Minería sostenible: alternativa viable económicamente en Latinoamérica?

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En la actualidad, el cambio climático asociado a la contaminación ambiental ha creado una preocupación generalizada a lo largo y ancho del mundo. A partir de esto, se han venido presentando preguntas dirigidas a los gobiernos, en las cuales se cuestionan qué medidas se van a implementar para el cuidado del medio ambiente. En consecuencia, dado que “las industrias más contaminantes son la textil, agropecuaria y minera”, es indispensable que surjan dudas sobre las decisiones que serán tomadas para la reestructuración de la producción en la actividad minera y sus consecuencias. Por tanto, este sector productivo, que se encarga del manejo y explotación de recursos no renovables, ha estado en el centro del debate. Sin embargo, teniendo en cuenta que aún no existen alternativas completamente viables para sustituir la minería, se ha planteado el concepto de minería sostenible, que según el gobierno australiano se refiere al “desarrollo de los recursos minerales y energéticos de un país, en tierra y en alta mar de una manera que se maximizan los beneficios económicos y sociales al tiempo que minimiza los impactos ambientales de la minería” (Departamento de Innovación, Industria, Ciencia e Investigación, 2019). Este concepto abarca diferentes prácticas aplicables a la actividad minera que reducen su impacto ambiental. De esta manera, este texto tiene como propósito defender la idea de que la implementación de tecnologías sostenibles y la reducción en la explotación minera, pueden tener un efecto positivo y significativo en las implicaciones sociales, económicas y ambientales de esta actividad.

Por tal razón y dado que la actividad minera tiene diversos efectos sobre el medio ambiente, como lo son el deterioro de la calidad y cantidad de agua, la producción de desechos sólidos industriales, el cambio de paisajes y el consumo desmesurado de energía y recursos. En el este texto se pretende exponer diferentes técnicas y tecnologías sostenibles que pueden disminuir el impacto negativo de la minería. Las cuales se estudian a continuación.

El adecuado uso del suelo: Se realiza un perfeccionamiento de la actividad minera mediante técnicas como la geo metalurgia (técnica que agrupa información geológica, minera, metalúrgica y económica para maximizar el valor presente neto) y los iones metálicos móviles (exploración geoquímica que ayuda a encontrar depósitos de mineral). Las cuales se definen como métodos que posibilitan una evaluación del suelo. Estas permiten visualizar si este es apto para crear una mina. Es decir, puede reducir el riesgo de impacto sobre el ecosistema y asegurar mejores condiciones de seguridad dentro de la mina. Además, se tiene que “las plantas mineras que aplican la geo metalurgia con las últimas innovaciones tecnológicas han incrementado la recolección del mineral hasta en un 7%” (Proactivo, 2018), es decir, disminuye el desperdicio de mineral en el momento de la extracción.

La disminución de residuos: La recuperación del cianuro es una técnica empleada en la reducción de desechos. De esta manera, esta técnica logra que el proceso de obtención de oro sea más eficiente, ya que el compuesto utilizado en ella no es bioacumulable y es degradable de forma natural o artificial (Guerrero, 2015). Por tanto, el efecto sobre el ecosistema y las comunidades aledañas sería menor.

Tratamiento de aguas residuales: Países como Canadá y Suecia han empezado a implementar el reciclaje de agua, es decir, los recursos hídricos usados son almacenados y se reutilizan en procesos industriales. Por ejemplo, en cuanto a la actividad minera, se realizan lagunas de sedimentación que son tratadas y monitoreadas (López, 2018). Esto significaría la optimización del consumo de agua y por tanto de recursos naturales, lo cual podría evitar impactos negativos sobre la salud de pueblos cercanos a las minas.

El uso de la energía: La minería es una actividad de alto consumo energético y, dependiendo de la mina, la energía puede suponer aproximadamente entre el 10% y el 40% de sus gastos operacionales. Dentro de estos porcentajes, la extracción origina hasta el 60% del consumo energético, mientras que la concentración y la molienda de minerales representan hasta un 40% (PNUD, 2016).  Lo anterior, tiene un impacto negativo sobre el ecosistema aledaño a la mina al crear alteraciones en el paisaje, además, existe la posibilidad de contaminar el agua y el aire. Por lo cual, se propone la sustitución del uso de diésel por la utilización de energía eólica, solar o geotérmica para disminuir el consumo de energía y el impacto sobre los gases de efecto invernadero. Por ejemplo, en Sudáfrica existe la iniciativa “sunshine for mines”, la cual pretende crear una central eléctrica de 40 MW, para impulsar la generación de energía renovable y el ahorro de ésta misma. Lo cual, demuestra que al utilizar energías renovables es posible que la actividad minera genere un menor impacto negativo en el contexto ambiental y social.        

 

Cierre sostenible de minas: De la misma forma, el cierre sostenible de minas ha pasado a ser una alternativa viable para reducir el impacto social y ambiental. Según Rojas (2010) existen diferentes problemas derivados de no ejecutar los planes de cierre de minas, como el agotamiento de los recursos al no pensar en las futuras generaciones. Esto podría suceder porque no podrían contar con el recurso extraído y se les dejarían los problemas de los contaminantes producidos por las actividades extractivas. Así mismo, el objetivo del cierre minero sostenible implica la recuperación y estabilización ambiental del área, y la regeneración del ecosistema. Además, como afirma Pavas (2017) esta acción implica la búsqueda de la sostenibilidad no solo del medio ambiente sino de las empresas que manejan las minas, pues con el cierre de minas se puede emprender el desarrollo social, la generación de rentabilidad y la disminución del impacto ambiental, teniendo como marco de referencia las posiciones de los grupos de interés y la confianza en un buen gobierno.

 

Por otra parte, uno de los grandes obstáculos para poder ejecutar una minería sostenible es la minería ilegal. Ya que, al no poseer los estándares técnicos necesarios para el desarrollo de la mina, ni la información pertinente para su creación, en esta actividad se ve aumentado el daño ambiental y el riesgo para la población.  Por ejemplo, en 2013, de las 14 mil actividades mineras solo existe un registro del 37% (Espitia y Caicedo, 2018). No obstante, se han propuesto diferentes medidas para combatirla y de esta manera facilitar la minería sostenible. En consecuencia, en 2016 se creó el Registro Único de Comercializadores de Minerales (Rucom) para llevar un monitoreo de quienes pueden comerciar productos extraídos de las minas. Así mismo, se ha empezado a realizar un control jurídico para identificar las irregularidades de los proveedores de productos mineros. Por otro lado, se ha optado por aplicar la idea de formalizar la actividad de pequeños mineros para desincentivar el ingreso de estos a la explotación de minas ilegales que enriquecen a los grupos ilícitos del país y que tuvo un costo de 16784 hectáreas deforestadas en 2014 (Encinales et. al, 2015). 

 

Finalmente, se obtiene que el uso de tecnologías sostenibles y el control de la producción de minas, ya sea mediante el cierre sostenible o el mejor uso de recursos, podrían tener un efecto positivo sobre el medio ambiente y el bienestar de los ciudadanos al disminuir la contaminación que este sector económico genera. Así, “la actividad minera bajo una orientación de desarrollo económico, social y ambiental, en armonía con una política de responsabilidad social empresarial, con la participación y emprendimiento de la población, posibilitará el desarrollo sostenible” (Pachón, 2014) De esta forma, una minería sostenible es posible si se aplican las técnicas y tecnologías presentadas. Pues estas posibilitan el ahorro de recursos naturales, el seguimiento del proceso productivo y un menor impacto hacia las comunidades. Por tanto, se deben tener políticas claras que permitan la integración entre el aspecto ambiental y social y, además, que puedan minimizar el impacto sobre el entorno.

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