Sendas energéticas sostenibles para América Latina y el Caribe

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La División de Energía presentó durante la COP27 su trabajo en apoyo a la reconstrucción de infraestructura más resiliente ante crecientes impactos del cambio climático

América Latina y el Caribe es una de las regiones más afectadas por los impactos y las consecuencias del cambio climático. A pesar de su baja contribución a los gases de efecto invernadero, los países del Caribe y con costas caribeñas se ven severamente afectados por desastres naturales que ocurren al menos una o dos veces al año. [1] Por ejemplo, entre 2000 y 2019, 330 tormentas afectaron el Caribe. De estas, 181 fueron huracanes, 23 de ellos categoría 5 y estos últimas impactaron a 34 millones de personas.

Estos desastres han causado desplazamientos de miles de personas, interrupciones en el suministro del servicio de electricidad y pérdida de infraestructuras críticas, entre otros, las cuales resultan en daños económicos estimados en miles de millones de dólares.

Los impactos del cambio climático se evidencian no son solo en eventos climáticos extremos

De acuerdo con el IPCC, la temperatura promedio en la región ha aumentado entre 0,1 °C y 0,2 °C por década durante los últimos 30 años. Además, el aumento del nivel del mar se ha producido a un ritmo de entre dos y cuatro centímetros por década durante los últimos 33 años. Estas dos tendencias generan riesgos para los recursos de agua dulce de la región y para su población costera, la cual depende en gran medida del turismo y la agricultura.
En este contexto, la planificación y construcción de infraestructura resiliente es una prioridad, a fin de adaptar a la región a un futuro con mayor incertidumbre, con eventos climáticos más frecuentes y de mayor intensidad y con estrés hídrico y afectaciones costeras.  Si bien este panorama no es nuevo, se deben tomar en cuenta 4 aspectos principales:

  1. La infraestructura resiliente en muchos casos tiene costos de inversión mas altos que la infraestructura no resiliente, pero los beneficios generados por la disminución de pérdidas económicas por desastres y reconstrucción son mucho mayores.  Desde una perspectiva de planificación, la infraestructura resiliente es económicamente viable.
  2. El financiamiento en infraestructura eléctrica resiliente al cambio climático es clave. Sin embargo, presenta desafíos en virtud de los espacios fiscales actuales en las regiones más afectadas.
  3. La recuperación de los costos de las inversiones solo a través de las tarifas eléctricas no será suficiente. La regulación necesita una mirada más comprehensiva para atender la resiliencia.
  4. Los seguros contra desastres naturales son limitados o costosos, por lo que es necesario acelerar el desarrollo de nuevos instrumentos, que se adapten al contexto actual.

El BID ha agregado valor en el Caribe como un socio importante en la adaptación y mitigación del cambio climático en la región y en el acceso a energía

Durante la COP27, discutimos sobre algunos iniciativas y proyectos específicos en los que el BID ha demostrado liderazgo en la planificación y financiamiento de infraestructura eléctrica resiliente para el Caribe. Por ejemplo, hemos apoyado el desarrollo de un plan de resiliencia para el Caribe que ha permitido demostrar la viabilidad económica de la infraestructura resiliente que, a pesar de costar el doble (en el análisis realizado), genera ahorros por más de US$4 mil millones en el periodo analizado (2020-2040), en daños y reconstrucción.

Minired en Corn Island, Nicaragua
En el caso de Corn Island, en Nicaragua, en 2019 se instaló una minired que consiste en un sistema de generación hibrida de energía solar fotovoltaica, almacenamiento de energía y generación térmica de diésel. Esta logró la reducción del consumo de diésel en 60%, con relación a línea base por mayor eficiencia de grupos electrógenos y sistema de manejo de energía, así como la tarifa eléctrica para los clientes en un 27% en promedio. Ha soportado exitosamente 3 huracanes. ETA e IOTA en noviembre 2020; y el Huracán Julia en octubre 2022

Asimismo, a través del apoyo del BID, los gobiernos de las islas del Caribe y regiones costeras han podido reconstruir rápidamente cuando ocurren eventos y desastres naturales. Este apoyo se ha dado combinando prestamos de contingencia ante desastres para la recuperación inmediata y financiamiento en condiciones concesionales para una reconstrucción resiliente a mediano plazo.

En septiembre de 2019, el huracán Dorian se convirtió en el huracán atlántico más poderoso en impactar directamente una masa de tierra registrada. Solo en las Bahamas, eliminó más de 200 millones de dólares en infraestructura del sector eléctrico. El BID se dio cuenta de que mantener las luces encendidas era la prioridadEmitimos un préstamo contingente de US$100M, de los cuales US$16M financiaron las necesidades energéticas, así como el primer fondo de cobertura de combustible para asegurar una solución asequible de cobertura de petróleo crudo y proteger las finanzas de la empresa de servicios públicos estatal contra los movimientos del precio del petróleo. Junto a esa prioridad a corto plazo, elaboramos una estrategia a mediano y largo plazo que se centró en abordar la diversificación energética mediante el avance de las opciones de energía renovable.

Para conocer más sobre esta iniciativa, le invitamos a ver el video a continuación en el que discutimos sobre estas y otras iniciativas en conjunto con participantes de otras agencias.

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