Por Óscar Müller Creel
El dia que Donald Trump tomaba protesta como presidente de Estados Unidos, una cadena televisiva entrevistaba en las calles de Washington al ultraconservador Richard B. Spencer. En eso, un grupo de personas empezó a cuestionar al reportero sobre el motivo de entrevistar a un neonazi. Spencer se dirigió a dichas personas negando pertenecer a ese grupo; sin embargo, el reportero le inquirió sobre un pin que llevaba en la solapa del saco, con la figura de una rana, la que ha sido adoptada por quienes pertenecen a grupos que se caracterizan por su ideología en contra de inmigrantes, judíos y feministas. Spencer explicaba el significado de la imagen cuando, en forma repentina, un sujeto vestido de negro y enmascarado, apareció golpeándole en la cara, para desaparecer de inmediato. Esto dio fin a la entrevista.
¿Quién era este tipo que golpeó al personaje ultraconservador, para luego desaparecer y de donde ha surgido la violencia en las manifestaciones por la muerte de George Floyd?
Para encontrar la respuesta debemos trasladarnos a los años 20 y 30 del siglo pasado, cuando los movimientos de ultraderecha, también conocidos como fascistas, empezaban a recibir un fuerte apoyo por parte de la sociedad; cuatro países llevaban la delantera en este movimiento: España que se encontraba involucrada en una guerra civil que implicaba al area de izquierda representada por los republicanos, y la de los nacionalistas, cuyo líder era Francisco Franco; en Alemania el nacionalsocialismo crecía en forma exponencial, dirigido por Adolfo Hitler; en Italia, las huestes que apoyaban a Benito Mussolini hacían lo propio y, en Japón, los grupos nacionalistas luchaban contra la izquierda clandestina. En esos países empezaron a surgir organizaciones de oposición que trabajaban clandestinamente en contra de la ideología predominante.
El arribo de Donald Trump a la presidencia ha significado un momento especial para EEUU. Muchos grupos consideran que se vive una nueva época de fascismo, que puede llevar a los excesos que se dieron en otras sociedades hace poco menos de un siglo. Peter Beinart, catedrático en The City University of New York, refiere que, ante esto, ha surgido en el país un movimiento antifascista, como no se había visto desde los años sesenta.
Este movimiento se encuentra representado por una serie de variantes que van desde aquellos que se limitan a manifestarse en público, hasta los grupos más radicales que se caracterizan por el anarquismo, es decir la ideología de extinguir al Estado como forma de organización social y la acción directa. No son exclusivos de EEUU, también se encuentran en Gran Bretaña y Alemania, donde son conocidos como Antifaschistische Aktion.
De acuerdo a la periodista Brenna Cammeron, la llegada de Donald Trump a la Oficina Oval fue un punto de resurgimiento de estos grupos que se han unido a otros, como el conocido Black Lives Matter (BLM); el movimiento y su activismo está creciendo y algunas facciones estiman que no basta con las manifestaciones pacíficas, sin que deba acudirse a las vías de hecho aunque estas sean violentas, como sucedió con el enmascarado que golpeó a Spencer o aquellos que, ese mismo día, cometieron destrozos a la propiedad en sus marchas.
Los denominados grupos antifa no parecen estar organizados en una forma permanente, si se busca en la red, se podrá constatar que existen una multitud de grupos distribuidos a lo largo y ancho del país, sin que pueda encontrarse entre ellos otra liga más que su ideología y el deseo de expresarse en contra de los supremacistas blancos y grupos afines.
Es un hecho que esta polarización ha crecido en EEUU desde el arribo de Trump al poder, pero no menos cierto es que ambas formas de asociación ideológica ya existían desde hace varias décadas, pero el apoyo que el actual presidente estadounidense ha dado a los grupos de extrema derecha, a través de sus declaraciones y políticas, ha revivido el fuego en lo que antes eran rescoldos.
www.oscarmullercreel.com