El uso de productos de plástico está profundamente arraigado en nuestras vidas cotidianas, en todos los ámbitos, desde las bolsas de compras y los cubiertos hasta las botellas de agua y el envoltorio para sándwiches. Pero la búsqueda de la comodidad ha ido demasiado lejos y no usamos los productos de plástico de manera eficiente, desperdiciamos recursos valiosos y dañamos el medio ambiente.
El consumo excesivo de estos productos y la mala gestión de los residuos plásticos son una amenaza creciente, que provoca el desbordamiento de los vertederos, obstruye el flujo de los ríos y pone en peligro los ecosistemas marinos. Esto tiene un impacto negativo en sectores que son cruciales para muchas economías, como el turismo, el transporte y la pesca.
Asia sudoriental se ha convertido en una zona crítica de la contaminación por plásticos a causa de la rápida urbanización y el crecimiento de la clase media , cuyo consumo de productos plásticos y envases está aumentando debido a la conveniencia y versatilidad de estos. Sin embargo, la infraestructura local de gestión de desechos ha quedado a la zaga, dando lugar a grandes cantidades de residuos mal gestionados. La COVID-19 ha agravado la situación por el mayor consumo de mascarillas y botellas de desinfectante y los paquetes de las compras en línea.
En Tailandia (i), Filipinas (i) y Malasia (i), más del 75 % del valor material del plástico reciclable se pierde, el equivalente a USD 6000 millones al año, cuando el plástico de un solo uso se descarta en lugar de recuperarse y reciclarse, según una serie estudios emblemáticos (i) del Grupo Banco Mundial.
En estos países solo se recupera y recicla entre el 18 % y el 28 % del plástico reciclable, por lo que con la mayor parte de los residuos de envases plásticos no solamente se contamina el medio ambiente, ensuciándose las playas y los caminos, sino que también se pierde el valor que tienen dichos residuos para estas economías. Esto debe cambiar. Es necesario transformar la manera en que utilizamos y gestionamos el plástico y debemos ayudar a los países a transitar hacia una economía circular que procure diseñar productos que no generen residuos o se reutilicen y reciclen.
En estos países solo se recupera y recicla entre el 18 % y el 28 % del plástico reciclable, por lo que con la mayor parte de los residuos de envases plásticos no solamente se contamina el medio ambiente, ensuciándose las playas y los caminos, sino que también se pierde el valor que tienen dichos residuos para estas economías. Esto debe cambiar. Es necesario transformar la manera en que utilizamos y gestionamos el plástico y debemos ayudar a los países a transitar hacia una economía circular que procure diseñar productos que no generen residuos o se reutilicen y reciclen.
Victoria Kwakwa
Vicepresidenta de la Oficina Regional de Asia Oriental y el Pacífico del Banco Mundial
La lucha contra este problema está cobrando impulso. Los países, las empresas y las comunidades están elaborando estrategias y tomando medidas para reducir, reutilizar y reciclar los productos de plástico. Los Gobiernos de Tailandia, Filipinas y Malasia han preparado hojas de ruta de la economía circular para priorizar las políticas y las inversiones relacionadas con el plástico en sectores y lugares específicos . Las principales marcas y tiendas minoristas del mundo se han comprometido voluntariamente a que el 100 % de sus envases de plástico se reutilice, recicle o convierta en compost para 2025.
Los sectores público y privado se están uniendo para realinear las prioridades, replantear los enfoques y cambiar la mentalidad para ver al plástico como un recurso valioso y una oportunidad de negocios en lugar de un residuo. Estos esfuerzos han dado lugar a plataformas público-privadas, como la alianza público-privada de Tailandia para la gestión de plásticos y desechos, la Alianza para Promover la Gestión Sostenible del Plástico en Malasia y la Alianza de Filipinas para el Reciclaje y la Sostenibilidad de los Materiales.
Pero es necesario hacer más. En estudios del Grupo Banco Mundial se plantea que modelos como la reutilización y el relleno se encuentran en una etapa incipiente en estos tres países y que actualmente no son lo suficientemente ampliables como para hacer frente a la magnitud del creciente problema de los desechos plásticos. Los materiales alternativos que se producen a partir de energías renovables en lugar de materias primas basadas en combustibles fósiles siguen siendo un nicho de mercado que aún no cuenta con el respaldo de las normas o la infraestructura locales.
A pesar de la oportunidad de ganar dinero a partir del reciclaje de productos de plástico, varias fallas del mercado limitan la inversión del sector privado. Además, los plásticos vírgenes, más baratos, siguen dificultando la rentabilidad del reciclaje. Las pequeñas y medianas empresas locales, muy afectadas por la COVID-19, no pueden aprovechar la creciente demanda de contenido reciclado por parte de las marcas mundiales.
Hay una necesidad urgente de invertir en infraestructura local de recolección y reciclaje para sacar los residuos plásticos de los vertederos, la quema al aire libre y el medio ambiente marino. A menudo, los países importan restos de desechos plásticos debido a su mejor calidad, mientras exportan plástico reciclado para satisfacer la demanda externa. Los mercados emergentes, como Filipinas, son exportadores netos de restos de residuos plásticos porque carecen de la capacidad de reciclaje nacional y de una mejor rentabilidad para las exportaciones. Aquí es donde los sectores público y privado pueden intervenir.
Los Gobiernos pueden desempeñar un papel crucial en la elaboración de normas y políticas para fortalecer la demanda de plásticos reciclados , crear condiciones de igualdad para las empresas nacionales e internacionales y ayudar a impulsar una economía circular para los productos de plástico. Con este fin, el Grupo Banco Mundial está promoviendo «inversiones inteligentes en el ámbito del plástico» mediante el desarrollo de instrumentos financieros innovadores, la creación de mecanismos de incentivos y la identificación de inversiones en los principales sectores económicos que podrían reducir los desechos plásticos.
Las opciones de políticas incluyen responsabilizar a los productores e importadores de artículos de plástico de la eliminación de los residuos plásticos, e instrumentos económicos, como los impuestos, para ayudar a eliminar gradualmente los productos de plástico no esenciales. Las políticas, normas y directrices deben armonizarse mediante medidas regionales específicas alineadas con los programas nacionales.
Para crear un entorno propicio, es particularmente importante elaborar y aplicar normas sobre el contenido de plástico reciclado para los principales productos de consumo. Esto puede ayudar a desvincular los precios del plástico reciclado y del plástico virgen y a crear una demanda en el mercado local de productos de plástico reciclado y reutilizado creativamente.
El sector privado debe ser un asociado fundamental para impulsar soluciones al problema planteado por el consumo de plástico, liderando las innovaciones en materiales, tecnología y financiamiento; promoviendo la educación y la colaboración, e intensificando los esfuerzos de limpieza. Por su parte, la Corporación Financiera Internacional (IFC) está elaborando un marco para ayudar a crear una nueva “clase de activos” de préstamos y bonos azules con el objeto de movilizar capital para el incipiente mercado de la lucha contra la contaminación por plásticos marinos.