Joker: Folie à Deux” no es un Musical, está lejos de serlo, al principio tenía muchas expectativas y la película logró cautivarme un momento pero poco a poco fue consumiéndose en el tedio, lo inoportuno de los números cantados y la decepción de ver al más fiero oponente de Batman convertido en un pusilánime sometido por un amor al que tradicionalmente era él quien dañaba. Parece que la corrección política del mundo actual ha llegado también hasta los villanos más salvajes de los comics.
Desde su anuncio, “Joker: Folie à Deux” ha generado una gran cantidad de debate y confusión, especialmente en torno a su clasificación como musical. Aunque la película incluye varios números musicales, no cumple con los criterios tradicionales que definen a un musical. “Joker: Folie à Deux” no puede ser considerado un musical en el sentido estricto del término.
En un musical tradicional, las canciones son fundamentales para la narrativa. Los personajes utilizan la música para expresar sus emociones, avanzar la trama y desarrollar sus relaciones. Ejemplos clásicos incluyen “The Sound of Music” y “Les Misérables”, donde las canciones son esenciales para entender la historia y los personajes. En “Joker: Folie à Deux”, aunque hay numerosas escenas musicales, estas no son parte integral de la narrativa principal. Las canciones y secuencias musicales se presentan como alucinaciones o fantasías de los personajes, especialmente del Joker y Harley Quinn, esto significa que la música no avanza la trama de manera directa, sino que sirve más como una herramienta para explorar la psique de los personajes y sus estados emocionales pero no logra su cometido, son malos, las canciones no atrapan y no aportan más que momentos de tedio.
La música en un musical tradicional es diegética, es decir, ocurre dentro del mundo de la historia y los personajes son conscientes de que están cantando y bailando. En “Joker: Folie à Deux”, las escenas musicales no ocurren dentro de la diégesis de la historia. Los personajes no son conscientes de que están cantando y bailando; estas escenas son representaciones de sus estados mentales y emocionales, además, los musicales suelen incluir coreografías elaboradas que son parte integral de la historia. En “Joker: Folie à Deux”, las secuencias musicales son más abstractas y simbólicas, reflejando la mente perturbada de los personajes en lugar de ser coreografías que avanzan la trama un recurso que en un principio es novedoso y podría considerarse como una licencia artística del director al hacernos entender que al Joker no le gusta la música sino que encontró en ella desde el minuto 24 de la película una excusa para ver la vida de otra manera, pero como ya dijimos, cae en el tedio.
Entonces, hablando de manera crítica y basándonos en el género, aunque “Joker: Folie à Deux” incluye numerosos números musicales, no cumple con los criterios tradicionales de un musical. Punto.
Y para rematar el Joker es un personaje diferente al majestuoso ser que vimos en la primera parte, perturbado, liderando una revolución violenta de venganza, de hastío en una sociedad que premia a los matones y a los que se aprovechan de los más débiles, se presenta como una secuela que desafía las expectativas, pero en su intento de innovar, pierde la esencia que hizo memorable a la primera entrega. La trama es débil y carece de la profundidad necesaria para sostener el peso del personaje principal. El Joker, conocido por ser el villano más salvaje y caótico de Batman, se muestra aquí como un ser pusilánime, sometiéndose a la justicia y doblegándose ante la policía, algo completamente ajeno a su naturaleza indomable.
La decisión de mostrar al Joker desmontando su máscara y aceptando su derrota en la cárcel es una traición a su carácter. Este es un personaje que nunca se doblegaría, cuya esencia es la resistencia y el caos. El guion, por su parte, es pobre y no logra capturar la complejidad psicológica que se espera de una película centrada en un personaje tan icónico, la película no solo no cumple con las expectativas, sino que desvirtúa al personaje central, ofreciendo una versión debilitada y conformista del Joker. La película, con su trama débil y su guion pobre, no logra capturar la esencia del villano más temido de Gotham, dejando a los espectadores con una sensación de decepción y pérdida.
Una película que tal vez no se debió haber producido, es una lástima.