Mientras más ambiciosas son las metas climáticas, mayor es el volumen de minerales necesario para una transición hacia la energía limpia
Ciudad de Washington. En un nuevo informe del Grupo Banco Mundial, se señala que la producción de minerales, como el grafito, el litio y el cobalto, podría experimentar un aumento de casi un 500 % de aquí a 2050, para satisfacer la creciente demanda de tecnologías de energía limpia. Se estima que se requerirán más de 3000 millones de toneladas de minerales y metales para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía, para lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2 °C en el futuro.
En el informe “Minerals for Climate Action: The Mineral Intensity of the Clean Energy Transition” (Minerales para la acción climática: El uso intensivo de los minerales en la transición hacia la energía limpia) también se indica que, si bien las tecnologías de energía limpia requerirán una mayor cantidad de minerales, la huella del carbono relacionada con su producción —desde la extracción hasta el consumo final— representará apenas el 6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por las tecnologías basadas en combustibles fósiles. En el informe se enfatiza la importancia que revestirán el reciclaje y la reutilización de minerales para satisfacer la creciente demanda de minerales. También se indica que incluso si se incrementaran en un 100 % las tasas de reciclado para minerales como el cobre y el aluminio, el reciclaje y la reutilización seguirían siendo insuficientes para satisfacer la demanda de tecnologías de energía renovable y almacenamiento de energía.
En el actual contexto mundial, la COVID-19 está causando importantes trastornos en la industria minera en todo el mundo. Asimismo, los países en desarrollo que dependen de los minerales están perdiendo ingresos fiscales esenciales y, cuando reanuden su actividad económica, deberán redoblar su compromiso con los principios de la minería climáticamente inteligente y mitigar cualquier impacto negativo.
“La pasada pandemia de COVID-19 podría representar un riesgo adicional para la minería sostenible, con lo cual el compromiso de los Gobiernos y las empresas con las prácticas climáticamente inteligentes será más importante que nunca”, explicó Riccardo Puliti, director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Energía e Industrias Extractivas del Banco Mundial y director regional de Infraestructura para África. “Este nuevo informe se basa en la amplia experiencia del Banco Mundial en el apoyo de la transición hacia la energía limpia y brinda una herramienta basada en datos para comprender cómo afectará este cambio la demanda de minerales a futuro”.
En la publicación se revela que algunos minerales, como el cobre y el molibdeno, se utilizarán en diversas tecnologías, mientras que otros, como el grafito y el litio, posiblemente sean necesarios solo para una única tecnología: el almacenamiento en baterías. Esto significa que cualquier cambio en la implementación de tecnologías de energía limpia podría traer consigo consecuencias significativas en la demanda de ciertos minerales.
El objetivo del informe es ayudar a los Gobiernos, en especial de países en desarrollo ricos en recursos, al sector privado y a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) a entender cómo la transición hacia la energía limpia afectará la demanda de minerales en el futuro. Forma parte del Mecanismo para una Minería Climáticamente Inteligente (i), una iniciativa conjunta del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (IFC), y se basa en la publicación del Banco Mundial de 2017 “The Growing Role of Minerals and Metals for a Low-Carbon Future” (La creciente importancia de los minerales y los metales para un futuro con bajo nivel de emisiones de carbono) (i).
Respuesta del Grupo Banco Mundial frente a la COVID-19 (coronavirus)
El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance para ayudar a esos países a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Está incrementando la vigilancia sanitaria, mejorando las intervenciones de salud pública y ayudando al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo. En los próximos 15 meses, destinará hasta USD 160 000 millones en asistencia financiera para ayudar a los países a proteger a las poblaciones pobres y vulnerables, apoyar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) en donaciones o créditos en condiciones sumamente concesionarias.